lunes, 28 de julio de 2008
Dueñas
En Dueñas hay restos de cerámica del Neolítico y vestigios de un asentamiento de la primera Edad del Hierro en Pico Castro Eldana se llama esta zona del mapa de Ptolomeo del siglo II D.C.La villa romana Possídica, en el cercado de San Isidro, estaba en su esplendor en el siglo III Cerquísima se retira Recesvinto a su Juan de Baños. Las domnas fundaron el cenobio de Santa María del Remolino siendo el año 845, en el 911, los benedictinos se asientan en el monasterio de la Trapa y en el 1078, Alfonso VI otorga el Fuero de Dueñas que le da entidad y firmeza.Esta ciudadanía dependiente de la corona se mantiene a duras penas en siglos posteriores.Alfonso VII cede la villa en dote a Leonor de Inglaterra. María de Molina la pone en riesgo ante el concejo de Palencia. Enrique de Trastámara la entrega a su amante, Leonor Álvarez, y aunque en 1419 el rey Juan II la mantiene dentro del patrimonio de la monarquía él mismo, en 1439, la cede a la nobleza en manos de Pedro de Acuña.Y son los Acuña, Condes de Buendía, quienes, cosas del destino, ofrecen a la villa los años más gloriosos de su historia.LOS BUENDÍALos Acuña eran de ascendencia lusitana, seguramente herederos de un hijo del rey Fruela II y debieron de venir a España apoyando a Enrique III el Doliente.En Buendía (Guadalajara) le prestaron grandes servicios pues es éste el nombre del condado que eligen cuando los Reyes Católicos tiempo más tarde, les conceden título.A mediados del siglo XV hay testimonios de que Pedro de Acuña, señor de Dueñas y Tariego, protege las bodas reales del hijo Juan II Enrique. Se celebran justas, torneos y grandes festividades en el palacio de Dueñas y el buen rey concede nuchas mercedes a Pedro de Acuña “mi criado e Guarda Mallor e Vallado de mi Consejo” según refrenda el doctor Fernando Díaz de Toledo en 1439.En 1454, por carta de privilegio, los Acuña reciben las heredades que en Dueñas tenían las religiosas del Convento de las Huelgas. Y, mansamente, “tierras, casas e vasallos” van perfilando el patrimonio.En Guisando, el 16 de septiembre de 1468, se logra que Enrique IV reconozca a su hermana Isabel como única y legítima heredera.Para la sucesión de Enrique IV los Acuña han apoyado desde el principio a Isabel, y para ella eligen rápidamente a Fernando, príncipe de Aragón.El arzobispo de Toledo, Alonso Carrillo, hermano de Pedro de Acuña, firma unas capitulaciones matrimoniales con Juan de Aragón, padre de Fernando, mientras que el propio Pedro de Acuña manda a Alonso de Palencia, cronista, y a Gutierrez de Cárdenas, noble, a buscar a Fernando.Fernando es trasladado a Castilla, cruza el Burgo de Osma y Gumiel y, por el camino de Vertavillo, llega, en mozo de mulas disfrazado, a Dueñas el 9 de octubre de 1469.En el palacio se hospeda (“pues era muy buena fortaleza e la seguridad no podría ser más a propósito”) y allá llegan algunos de los caballeros que lo escoltan. A los cinco días, Fernando, deshecho el disfraz de arriero, va a Valladolid a ver a su novia, le lleva presentes de compromiso y parece que Isabel le recibe “muy alegremente” en el palacio de Vivero donde, el 19 de octubre de 1496 se casan felizmente.Entrando 1470 Enrique IV disgustado con este casamiento, rompe el pacto de Guisando y declara sucesora a su hija Juana la Beltraneja con el consiguiente revuelo en todas partes. Revuelo peligroso para los príncipes, quienes en mayo de 1470, poco seguros en Valladolid, toman el camino de Dueñas y llegan al Palacio de los Acuña para instalarse. Isabel está encinta. Los próximos dos años viven en Palacio los Príncipes, vida de extrema humildad pero seguramente gozosa. Una pequeña corte -pobre, pues hasta el propio Conde ha de vender tierras en Palazuelos y heredades en Cigales para sostenerla- les rodea y comparte buenas y malas circunstancias: En octubre nace, en el Palacio de los Acuña, Isabel, primera hija de los príncipes. La bautizan en la iglesia de Santa María, en la pila en la que aún bautizamos a los niños.En 1474 llega a Palacio la embajada del Duque Carlos de Borgoña para estrechar amistad con don Fernando, quien recibe el Toisón de Oro.En ese mismo año de 1474 muere el rey Enrique IV dejando abierta la sucesión y los futuros Reyes de Castilla y Aragón abandonan Dueñas. Al año siguiente los Reyes conceden a los Acuña el título de Condes de Buendía.La judería de Dueñas era muy poderosa, contribuyó con 23.550 maravedíes para la guerra de Granada, y tuvo notable influjo en la población, hasta su expulsión del Reino de Isabel y Fernando el 31 de marzo de 1492.El 18 de marzo de 1506 vuelve a Dueñas don Fernando, viudo y Rey de Castilla, a casa de nuevo. La novia -dieciocho años; cincuenta y cuatro el novio- es Germana de Foix de ascendencia francesa. Y en la sala dorada del palacio, ese mismo mes y año se firma el tratado de Blois; insólito pacto que convertiría, a un posible hijo nacido de este matrimonio, en heredero de la Corona. No nació esta posibilidad que habría dado un quiebro insospechado a la historia de nuestra nación.En 1476 Dueñas es sede de la Fundación de la Santa Hermandad de Castilla, como “azote de bandidos y maleantes”, en defensa de caminos y poblaciones.El segundo Conde de Buendía: Don Lope Vázquez de Acuña recibió en heredad el mayorazgo de Dueñas con sus villas y foratalezas, jurisdicciones y rentas, la villa y el castillo de Tariego y otras propiedades. Heredó a Don Lope su hijo segundo, Juan de Acuña; personaje enfermizo y de desgraciada existencia, casado con María de Padilla, importante mujer que es quien cuida el patrimonio y afronta en 1520 la rebelion de los vecionos que se resuelve con las salida, a parte desconocida, de los Condes de su palacio de Dueñas. María de Padilla deja, para siempre, las tres padillas de su apellido en el escudo heráldico de la ciudad.Durante la Guerra de los Comuneros (1520), la población de Dueñas participó aportando hombres y bienes a los intereses de las Comunidades, siendo sede y cuartel general del Obispo de Zamora, Antonio de Acuña, pariente de los señores de Dueñas, en sus operaciones bélicas por la Tierra de Campos y Palencia.En las estancias de Palacio, a veces, se retira el Emperador Carlos; es tierra agradable y de buena caza. El palacio es amplio y puede acoger a varios de sus ministros (así ocurre en el verano de 1527).En el Libro de Pasajeros a índias, en el Tomo I, que comprende 1509 a 1534, hace mención a una docena de hombres naturales de Dueñas que embarcaron con destino a las Américas. Se incluye en 1514 la familia compuesta por Pedro Paredes, hijo de Gómez de Paredes y Leonor Gómez, su esposa Isabel Rodríguez, hija de Alonso de Dueñas y María Rodríguez, sus hijos Antonio, Juan e Isabel, y el criado Juan.En 1534 acoge temporalmente el Consejo de la InquisiciónAños más tarde otro Buendía; Fadrique de Acuña, funda el Monte de Piedad con 700 ducados para prestar sin intereses.HASTA EL SIGLO XXPero hacia 1700 Dueñas está en declive, la heredad de los Buendía pasa a la casa de Padilla y posteriormente a los Duques de Medinaceli quienes apenas si se ocupan del palacio, de villa ni villanos...A principios del siglo XIX las tropas de Napoleón se establecen largo tiempo en Dueñas, incluso alberga por unos días a José Bonaparte. Tiempos de desolación y penuria.A partir de 1829 se construye el trazado del Canal de Castilla en Dueñas, con “gran perjuicio para los habitantes que tenía que alojar en sus casas a los constructores del Canal”. Hay referencias al incomodo que causaban los soldados y la cuerda de presos que constituían la mano de obra del trazado. Se destruye el Puente Viejo de la Villa o de las Nieves, utilizándose sus piedras y las del semiderruido Castillo en la construcción del Canal.En 1842 se inicia la construcción de un Puente Colgante sobre el Pisuerga en el término de la Avecilla para sustituir a una barca que remolcaba a los transeuntes y caminantes de un lado a otro del río, ya que era lugar para el acceso a “no menos de 38 localidades y al reino de Aragón”. En 1883 el puente se incendió, quedando destruido, construyéndose el actual que sigue denominándose Puente Colgante.Entre 1855 y 1860 se construye el trazado del ferrocarril por Dueñas, a cargo de la Compañía de Ferrocarriles del Norte, uniendo Valladolid con BurgosPara entonces Dueñas ha perdido su potencial agrícola y sus talleres artesanales. La filoxera arruina las vides y el campo pertenece a unos pocos terratenientes.
jueves, 3 de julio de 2008
Vidrieros
La Montaña palentina forma un conjunto netamente diferenciado de las provincias y montañas limítrofes. El amplio arco que las separa de León y de Santander forman en todo su conjunto un amasijo de cordales entrelazados pertenecientes a distintas edades geológicas, convirtiéndolo en el nudo geológico e hidrográfico de la Península.Retrocedamos 20 siglos en la historia, cuando Augusto concentra sus legiones en las cabeceras de estas provincias para dar el asalto definitivo al corazón de Cantabria. Se conoce el curso de las operaciones militares en el meridiano Pisuerga-Reinosa-Santander.Estas montañas y valles penetran en el corazón de Cantabria, que fue el foco principal de repetidas y feroces campañas militares en el primer siglo antes de Jesucristo.Frente a la Peña palentina existieron tres campamentos romanos: el de Cantoral (Campus toralis, campamento principal), el campamento de Castriculonem o Castrejón, junto a la Penilla; y el de Cansoles o campamento del sol, ya en la raya de León. Estos tres campamentos suministraban fuerzas militares durante muchos años para conquistar primero y mantener sumisa después la región de la Liébana con su capital Cambraco, junto al Potes actual, en el límite del Monte Vindium o Picos de Europa.Las Legiones del campamento de Cansoles ascendían por la Boca del Puerto, que así se llamaba Guardo entonces, y por el río Carrión. Las legiones del campamento de Cantoral pasaban por Cervera y el Pisuerga, y las procedentes de Castriculonem avanzan cogiendo la altura entre Peña Redonda y el Brezo. Las tres columnas se encontraban en La Lastra, que debió ser un campamento muy importante. De allí partían contorneando el Curavacas, pasando por el valle y puerto de Pineda para descender por el valle de Liébana a la vega del mismo nombre y Potes. En los picos de la Peña de Cubillo, de Peña Redonda y de Peña Mayor había puestos de observación que vigilaban tanto el paso de las legiones como los movimientos de los indígenas. El puesto de la Peña de Cubillo se llamaba Campus Fileolus (Campamento auxiliar), hoy Campijuelo.
jueves, 29 de mayo de 2008
Abarca de Campos
La población de Abarca de Campos, en notas:
-El topónimo parece proceder del estilo “ap_ab” más el sustantivo latino “arcata”, con sentido de arcada o retenida, por lo que vendría todo ello a significar el lugar de agua retenida.
-La primera cita que recoge el vocablo Abarca es un documento del año 916 conforme a la documentación de Ordoño II que se refiere a su entonces iglesia de Santa Maria de Abarca.
-El término de Abarca guarda restos prehistóricos que documentan el paso del hombre por estas tierras, se trata de un asentamiento prehistórico de la cultura de Cogotas I.
-Ya en el siglo XII Abarca era de la orden Calatrava, en el siglo siguiente de la reina Mencia de Portugal y desde el siglo XIV, señorío solariego de los albuquerques y de los osarías tras la donación del rey Enrique IV de los Osorio, destacó doña Inés de Osorio, enterrada en la capilla del sagrario de la catedral y esculpida por el maestro Partillo. A finales del siglo XVIII , Abarca perteneció a la casa ducal de Abrantes.
-La iglesia parroquial de San Esteban, monumento histórico-artístico desde julio de 1992, es un edificio de la segunda mitad del siglo XVII en la fábrica de ladrillo y en tres naves. Destaca sobre el crucero la torre de tres cuerpos; en la fachada sur se abre la portada de acero con arco de medio punto. Los tres bóvedas se cubren con bóvedas de arista y de la capilla presbiteral con cúpula rebajada.
-Abarca contaba con 240 habitantes a mediados del siglo XIX con 187 en 1900, con 171 en 1930, con 153 en 1960 y con 46 en 2005.
Estos datos se han obtenido del libro que el historiador Don Marcial de Castro, publicó en el año 2000, bajo el título de “Historia de Abarca”, editado por la Institución Tello Téllez de Meneses. A él puedes recurrir para encontrar una información más detallada.
-El topónimo parece proceder del estilo “ap_ab” más el sustantivo latino “arcata”, con sentido de arcada o retenida, por lo que vendría todo ello a significar el lugar de agua retenida.
-La primera cita que recoge el vocablo Abarca es un documento del año 916 conforme a la documentación de Ordoño II que se refiere a su entonces iglesia de Santa Maria de Abarca.
-El término de Abarca guarda restos prehistóricos que documentan el paso del hombre por estas tierras, se trata de un asentamiento prehistórico de la cultura de Cogotas I.
-Ya en el siglo XII Abarca era de la orden Calatrava, en el siglo siguiente de la reina Mencia de Portugal y desde el siglo XIV, señorío solariego de los albuquerques y de los osarías tras la donación del rey Enrique IV de los Osorio, destacó doña Inés de Osorio, enterrada en la capilla del sagrario de la catedral y esculpida por el maestro Partillo. A finales del siglo XVIII , Abarca perteneció a la casa ducal de Abrantes.
-La iglesia parroquial de San Esteban, monumento histórico-artístico desde julio de 1992, es un edificio de la segunda mitad del siglo XVII en la fábrica de ladrillo y en tres naves. Destaca sobre el crucero la torre de tres cuerpos; en la fachada sur se abre la portada de acero con arco de medio punto. Los tres bóvedas se cubren con bóvedas de arista y de la capilla presbiteral con cúpula rebajada.
-Abarca contaba con 240 habitantes a mediados del siglo XIX con 187 en 1900, con 171 en 1930, con 153 en 1960 y con 46 en 2005.
Estos datos se han obtenido del libro que el historiador Don Marcial de Castro, publicó en el año 2000, bajo el título de “Historia de Abarca”, editado por la Institución Tello Téllez de Meneses. A él puedes recurrir para encontrar una información más detallada.
viernes, 9 de mayo de 2008
Don Ramiro de Guzmán y sus pleitos en Meneses de Campos
Don Ramiro de Guzmán fue señor del pueblo de Meneses de Campos. Durante su señorío mantuvo varios pleitos que, por lo documentados que están, y por lo curioso de los casos, paso a mencionar. Otro día comentaremos la historia de este pueblo:
Un primer pleito es al que los vecinos de Meneses llevan a Don Ramiro Nuñez de Guzmán, el 16 de Enero de 1580. El problema se originó a la hora de cambiar los Alcaldes Ordinarios y demás oficiales de Meneses y Villalimbierno. El cambio debía ser hecho por el Alcalde y Justicia Mayor que Don Ramiro tenía para los pueblos de su Señorío. Según la costumbres los vecinos de Meneses tenían el privilegio de presentar dos hijuelas de ocho vecinos cada una para nombrar dos Alcaldes Ordinarios, cuatro regidores y dos procuradores. El Señor o el Alcalde Mayor en su representación podían escoger una de las dos listas, pero no mezclarlas, que es lo que el fiel Juan Sotilla, Alcalde Mayor puesto por Don Ramiro, hizo en esta ocasión. De la primera lista hizo algunos nombramientos, de la segunda nombra a Juan de Gracia Alcalde Ordinario descartando a Juan Merino, el cual con los vecinos protesta por el hecho, ya que el proceder del Alcalde Mayor iba contra la costumbre de la Villa.
Juan Cotilla no hace caso de la protesta de los vecinos y manda que Juan de Gracia aceptase el nombramiento, a lo cual éste se niega ya que no era del parecer de los vecinos de la villa. La reacción del Alcalde Mayor no fue otra que poner en el calabozo, por desacato a su señor, a Juan de Gracia. Al día siguiente conminado a que aceptase el cargo, Juan de Gracia contesto que no oía. Inmediatamente a campana tañida, se congregan los vecinos para nombrar Procurador, que en nombre del Concejo, y con Juan de Gracia, el Mozo, en nombre de su padre acudiesen a apelar ante el Rey Felipe II y su Chancillería de Valladolid.
Ni cortos ni perezosos los vecinos de la Villa de Meneses aprovechan para denunciar otros desmanes del Señor, como que el Señor nombraba fieles que fiscalizaban los pesos, medidas y precios del mercado, lo cual iba contra el derecho de la Villa que podía nombrar dichos fieles sin tener que ser confirmados por el Señor. Igualmente denuncia que el Señor nombraba un Teniente de Alcalde para sustituir a su Alcalde Mayor, debido a que a éste no le gustaba vivir en el pueblo, lo cual iba contra la costumbre que mandaba que el Alcalde Mayor viviese en el pueblo mientras no residiera en él el Señor. También denuncia que el Señor nombraba una serie de jueces haciendo de menos, pues no debía fiarse de ellos, a los oficiales nombrados por los vecinos de la Villa. Junto con estas denuncias piden que dejase en libertad a Juan de Gracia, hombre viejo y enfermo, que no podía aceptar el cargo ya que supondría quebrantar la costumbre de la Villa y porque el cargo correspondía a Juan Merino. Igualmente piden que al Alcalde Mayor, al que se tenía por odioso y sospechosos, y siendo el pleito de Concejo y Universidad, se le retuviese en la Audiencia.
La Audiencia de Valladolid el 5 de Marzo de 1581 falla a favor de los vecinos de Meneses mandando que los Señores respetasen en adelante las costumbres de la Villa.
Y topó con la iglesia
Los problemas no quedaron aquí. También con los clérigos, es decir con el cura y los beneficiados de la parroquia tuvo sus más y sus menos, lo que va a dar lugar a un pleito que durara cuatro años.
El 22 de Junio de 1580, el cabildo de clérigos, cura y beneficiados, de la iglesia de Nuestra Señora del Tovar da poderes al Bachiller Alonso Blanco de Salcedo, beneficiado de Meneses y canónigo de Orense a donde le había colocado su tío el Arzobispo de Santiago, Francisco Blanco, para que los representase ante su Majestad Felipe II los Oidores del Real Sitio y ante Su Santidad y su Nuncio.
Los clérigos alegaban contra el bueno de Don Ramiro que siendo éste Patrono in Solidum de la iglesia y percibiendo 50.000 maravedís de diezmos al año estaba obligado, según las Constituciones del Obispado de Palencia, a pagar a cada uno de los sacerdotes 150 ducados al años, lo cual no cumplía.
Don Ramiro, en su defensa, alegaba que los clérigos no eran beneficiados sino simples capellanes que tenían congrua suficiente en el Pie de Altar, Capellanía, derechos y menudencia, y que por ello no le pagaban diezmos, por lo cual él no se sentía obligado a darles nada en justicia, sino únicamente las tercias de fábrica, las cuales nunca se le habían pedido.
Ante la defensa del Señor, los clérigos de la parroquia de Meneses probaron que eran beneficiados, para lo cual presentaron cita del Libro de Becerro donde están inscritos todos los beneficios de la diócesis. En dicho libro se dice que la iglesia de Meneses debe haber tres prestes, un subdiácono, tres graderos que son con la media ración, del Cura cuatro raciones y cuarta y los diezmos. Igualmente en su defensa presentaron en la Chancillería la documentación de cada uno consistente en los siguientes documentos: la presentación para el beneficiado, muchas de las cuales estaban firmadas por Don Ramiro o por su padre Don Martín; el Decreto del Obispo por el que se les nombraba beneficiados y la Colación solemne y toma de posesión.
Se hace una evaluación de los ingresos que solían tener aquellos sacerdotes por los distintos conceptos que alegaba el Patrono, y se calculó que serían de unos 13.000 maravedís, por lo que se decreta que el Patrono debía completar la Congrua con 12.000 maravedís al año por cada uno de los beneficiados.
Después de tanto ni Don Ramiro, ni los clérigos quedaron contentos con la sentencia. Don Ramiro sostenía que no debía nada, los clérigos defendían que era poco lo que alcanzaban. La sentencia no varió y se les cobró de costas 51.000 maravedís a Don Ramiro y 42.000 a los clérigos.
Los problemas van a continuar con el hijo y sucesor de Don Ramiro, Don Martín de Guzmán y Rojas, muy apreciado tanto por el Rey Felipe IV que le concede el título de Marqués de Montealegre, como por el Obispo de Palencia, el cual hizo todo lo que pudo por favorecerle en sus pretensiones contra los clérigos de Meneses.
Los vecinos de la Villa de Meneses van a defender sus derechos contra el Señor. Corría el año 1609 cuando Don Martín, alegó que no le habían pagado un arrendamiento, por lo cual manda a su Corregidor para que lo cobrase haciendo ejecución en la panera de un vecino. Ante este hecho se interpuso el Procurador de la Villa, el Doctor Blanco salcedo, el cual alega que era costumbre inmemorial que a la Villa de Meneses, en la ejecución de alcabalas no se le debían cobrar más de 150 maravedís, mientras que en aquella ocasión se estaba excediendo de forma escandalosa. Al no hacer caso el Corregidor del argumento presentado por el Procurador de la Villa, ésta apela a la Audiencia, la cual determina que se respetase la costumbre de la Villa de Meneses.
No de acuerdo con la sentencia Don Martín presenta ante el Doctor Castañeda, Alcalde Mayor del Adelantamiento de Campos otra petición de Remate contra Meneses. El Doctor Castañeda mandó hacer los pregones y el Concejo se opuso a la Ejecución, por lo cual se acudió nuevamente a la Chancillería que el 27 de Febrero de 1615 decreta que se respetase la costumbre de Meneses bajo pena de 20.000 maravedís para la Cámara del Rey.
El bueno de Don Martín vuelve a la carga y pretende que nadie, salvo él y su familia, recibiese sepultaren la Iglesia, manda que debían sacar los bancos del pueblo y que sólo él podía poner rejas, mausoleo y sitiales y escudos. Vamos que actuaba como si la iglesia fuese suya.
Los clérigos de la iglesia, como no podía ser de otra forma, se opusieron a las pretensiones de Don Martín, al cual le negaron incluso el derecho de patronato, que fue lo que ellos alegaron en el pleito contra su padre Don Remiro.
Entablado el pleito en el obispado de Palencia, el tribunal eclesiástico condena al clero de Meneses a que reconozca que Don Martín tenía derecho de patronato, pero negaba a éste el ir contra la costumbre de la parroquia de dar sepultura en la Iglesia, siempre que no fuese en propiedad, así como el quitar los bancos del pueblo. A Don Martín se le reconocía el derecho de ser enterrado en la capilla mayor, pero no el hacer monumento, arco ni rejas, sino poner solamente una losa. Igualmente se pedía a Don Martín que respetase los blasones y figuras que al presente están puestos en la capilla mayor de los Tellos, so pena de 50.000 maravedís para la guerra contra los infieles.
Al bueno de Don Martín, que debía ser duro de mollera, no le gustó la sentencia a pesar de que se recomendaba a los clérigos que lo tratasen honradamente pues es tan gran caballero y Señor natural, con quien mucho que se haga no será demasiado, y se les daba instrucciones de sobre el modo de recibir a los Señores cuando fueses a tomar posesión. Apeló la sentencia y en un segundo juicio se le reconoce el derecho de impedir las sepulturas en el cuerpo de la Iglesia. Esto indigna a los clérigos y ahora van a ser ellos los que apelen a la Nunciatura.
El pleito va a prolongarse mucho tiempo, con lo cual los gastos de ambas partes se disparaban, por ello muchos recomendaban a los clérigos que cediesen porque, si así lo hacían, Don Martín prometía terminar la Iglesia, así como hacer nuevas fundaciones a costa de su Mayorazgo y trasladar a su capilla mayor los restos del Doctor Meneses a quien por su santidad y letras se le debe muy bien respeto. Los clérigos no dieron su brazo a torcer y buscaron defender lo que ellos creían era un derecho del pueblo, poder enterrarse en el interior de la Iglesia.
En Medio de esta discusión tiene lugar la muerte de Don Martín, por lo cual el 2 de Septiembre de 1627 se presenta el Procurador de su hijo Don Luis Francisco Nuñez de Sandoval, que era menor de edad, a tomar solemnemente posesión del señorío. Después de recibir a las puertas de la Villa las llave de plata, a continuación la comitiva se dirige a la puerta de la iglesia que está bajo la torre, donde eran esperados por el cura y beneficiados. El procurador les requirió a que le diesen posesión del patronazgo de la Iglesia y de la Presentación y Provisión de los Beneficios. El cura Don Juan Burgos contestó que en cuanto Patrono había un juicio pendiente en la Nunciatura, y por lo mismo protestaba que no le reconocía más derechos que los que hasta la fecha se le habían reconocido. Tras larga discusión y protesta de una y otra parte, se dio la posesión con las reservas antedichas. El acto de posesión consistía en darle el agua bendita y llevarle de la mano paseando por la Iglesia hasta la Capilla Mayor, donde el procurador se sentó en el sitial del Señor. El cura ante este hecho volvió a protestar hasta tres veces que no le reconocía más derechos y preeminencias que las que hasta entonces habían tenido los señores.
El 5 de Febrero de 1630 de la Nunciatura, el cardenal Juan Bautista Panfilio, futuro Inocencio X, comunicó a las partes contendientes que compareciesen, bajo pena de excomunión, en el término de quince días. Los clérigos defendieron la costumbre inmemorial de enterrar en la iglesia, costumbre que había sido respetada por los Condes de Esteva y Marqueses de Priego y por los mismos padres y abuelos del Marqués de Montealegre. El mismo Don Martín de Guzmán había enterrado en la iglesia un hijo que se le murió pagando al mayordomo los derechos como los demás vecinos y quitó el monumento al año del entierro. Igualmente alegaban los clérigos que la Iglesia había sido edificada por el pueblo sin ayuda de los Señores, por lo cual no había escudo de ningún Señor y que si había un escudo de los Manueles en la parte posterior de la Torre, y los escudos de los Tellos en la Capilla Mayor, era en manifestación de agradecimiento de la parroquia a esos señores que habían nacido en ella. En cuanto a la preeminencia en la capilla Mayor del Licenciado Pedro Blanco de Salcedo, hermano del Licenciado Francisco Blanco de Salcedo, Inquisidor de Valladolid, alegaron que el tiempo que residía en el pueblo acostumbraba a sentarse en sitio preferente porque llevaba de su posada una silla de respaldo. Que Don Martín de Guzmán, queriendo hacer acto de posesión, lo contradijo, pretendiendo que sólo él se había de sentar en silla, y en el Tribunal de Palencia, se pronunció Auto a favor del Licenciado Blanco, aunque Don Martín apeló a la Chancillería de Valladolid.
Don Martín de Guzmán, por su parte, se quejaba de que al Inquisidor D. Francisco Blanco de Salcedo se le había concedido una sepultura suntuosa y que a él, como Señor natural de la villa, no se le quería conceder.
El Nuncio pronuncio su fallo como ya lo había hecho el Obispo de Palencia: Que los sacerdotes reconociesen el derecho de patronazgo, pero que el Patrón se abstuviese de ir contra las costumbres de la parroquia. Prácticamente, después de los gastos de tanto pleito ambas partes debieron avenirse voluntariamente y todo quedó como estaba.
Don Martín, Señor de Meneses, como Patrón de la iglesia, se ofrece a terminar la capilla mayor de la misma y trasladar a la capilla mayor los restos del Doctor Meneses; no obstante, celoso de su honra, pide que se le permita colocar su escudo dentro y fuera de la iglesia, y como iban a seguir enterrándose en la iglesia la gente del pueblo expresa el deseo de que no se permitiese que se colocasen cerca del sitial de los Señores gente de poco pelo, habiéndolas de tan buen pelo en la villa. Al margen de todo esto pide que se quiten los escudos de los Tellos y que cuando se hiciesen las cuentas anuales asistiese su representante.
El clero, al que no debía gustar nada el Señor, transigió con que pusiese escudos en la iglesia, aunque no tantos como pensaba ya que el pueblo que la había edificado lo vería mal, aunque se opuso a que las finanzas de la iglesia fuesen fiscalizadas por el representante del Señor.
Juan Cotilla no hace caso de la protesta de los vecinos y manda que Juan de Gracia aceptase el nombramiento, a lo cual éste se niega ya que no era del parecer de los vecinos de la villa. La reacción del Alcalde Mayor no fue otra que poner en el calabozo, por desacato a su señor, a Juan de Gracia. Al día siguiente conminado a que aceptase el cargo, Juan de Gracia contesto que no oía. Inmediatamente a campana tañida, se congregan los vecinos para nombrar Procurador, que en nombre del Concejo, y con Juan de Gracia, el Mozo, en nombre de su padre acudiesen a apelar ante el Rey Felipe II y su Chancillería de Valladolid.
Ni cortos ni perezosos los vecinos de la Villa de Meneses aprovechan para denunciar otros desmanes del Señor, como que el Señor nombraba fieles que fiscalizaban los pesos, medidas y precios del mercado, lo cual iba contra el derecho de la Villa que podía nombrar dichos fieles sin tener que ser confirmados por el Señor. Igualmente denuncia que el Señor nombraba un Teniente de Alcalde para sustituir a su Alcalde Mayor, debido a que a éste no le gustaba vivir en el pueblo, lo cual iba contra la costumbre que mandaba que el Alcalde Mayor viviese en el pueblo mientras no residiera en él el Señor. También denuncia que el Señor nombraba una serie de jueces haciendo de menos, pues no debía fiarse de ellos, a los oficiales nombrados por los vecinos de la Villa. Junto con estas denuncias piden que dejase en libertad a Juan de Gracia, hombre viejo y enfermo, que no podía aceptar el cargo ya que supondría quebrantar la costumbre de la Villa y porque el cargo correspondía a Juan Merino. Igualmente piden que al Alcalde Mayor, al que se tenía por odioso y sospechosos, y siendo el pleito de Concejo y Universidad, se le retuviese en la Audiencia.
La Audiencia de Valladolid el 5 de Marzo de 1581 falla a favor de los vecinos de Meneses mandando que los Señores respetasen en adelante las costumbres de la Villa.
Y topó con la iglesia
Los problemas no quedaron aquí. También con los clérigos, es decir con el cura y los beneficiados de la parroquia tuvo sus más y sus menos, lo que va a dar lugar a un pleito que durara cuatro años.
El 22 de Junio de 1580, el cabildo de clérigos, cura y beneficiados, de la iglesia de Nuestra Señora del Tovar da poderes al Bachiller Alonso Blanco de Salcedo, beneficiado de Meneses y canónigo de Orense a donde le había colocado su tío el Arzobispo de Santiago, Francisco Blanco, para que los representase ante su Majestad Felipe II los Oidores del Real Sitio y ante Su Santidad y su Nuncio.
Los clérigos alegaban contra el bueno de Don Ramiro que siendo éste Patrono in Solidum de la iglesia y percibiendo 50.000 maravedís de diezmos al año estaba obligado, según las Constituciones del Obispado de Palencia, a pagar a cada uno de los sacerdotes 150 ducados al años, lo cual no cumplía.
Don Ramiro, en su defensa, alegaba que los clérigos no eran beneficiados sino simples capellanes que tenían congrua suficiente en el Pie de Altar, Capellanía, derechos y menudencia, y que por ello no le pagaban diezmos, por lo cual él no se sentía obligado a darles nada en justicia, sino únicamente las tercias de fábrica, las cuales nunca se le habían pedido.
Ante la defensa del Señor, los clérigos de la parroquia de Meneses probaron que eran beneficiados, para lo cual presentaron cita del Libro de Becerro donde están inscritos todos los beneficios de la diócesis. En dicho libro se dice que la iglesia de Meneses debe haber tres prestes, un subdiácono, tres graderos que son con la media ración, del Cura cuatro raciones y cuarta y los diezmos. Igualmente en su defensa presentaron en la Chancillería la documentación de cada uno consistente en los siguientes documentos: la presentación para el beneficiado, muchas de las cuales estaban firmadas por Don Ramiro o por su padre Don Martín; el Decreto del Obispo por el que se les nombraba beneficiados y la Colación solemne y toma de posesión.
Se hace una evaluación de los ingresos que solían tener aquellos sacerdotes por los distintos conceptos que alegaba el Patrono, y se calculó que serían de unos 13.000 maravedís, por lo que se decreta que el Patrono debía completar la Congrua con 12.000 maravedís al año por cada uno de los beneficiados.
Después de tanto ni Don Ramiro, ni los clérigos quedaron contentos con la sentencia. Don Ramiro sostenía que no debía nada, los clérigos defendían que era poco lo que alcanzaban. La sentencia no varió y se les cobró de costas 51.000 maravedís a Don Ramiro y 42.000 a los clérigos.
Los problemas van a continuar con el hijo y sucesor de Don Ramiro, Don Martín de Guzmán y Rojas, muy apreciado tanto por el Rey Felipe IV que le concede el título de Marqués de Montealegre, como por el Obispo de Palencia, el cual hizo todo lo que pudo por favorecerle en sus pretensiones contra los clérigos de Meneses.
Los vecinos de la Villa de Meneses van a defender sus derechos contra el Señor. Corría el año 1609 cuando Don Martín, alegó que no le habían pagado un arrendamiento, por lo cual manda a su Corregidor para que lo cobrase haciendo ejecución en la panera de un vecino. Ante este hecho se interpuso el Procurador de la Villa, el Doctor Blanco salcedo, el cual alega que era costumbre inmemorial que a la Villa de Meneses, en la ejecución de alcabalas no se le debían cobrar más de 150 maravedís, mientras que en aquella ocasión se estaba excediendo de forma escandalosa. Al no hacer caso el Corregidor del argumento presentado por el Procurador de la Villa, ésta apela a la Audiencia, la cual determina que se respetase la costumbre de la Villa de Meneses.
No de acuerdo con la sentencia Don Martín presenta ante el Doctor Castañeda, Alcalde Mayor del Adelantamiento de Campos otra petición de Remate contra Meneses. El Doctor Castañeda mandó hacer los pregones y el Concejo se opuso a la Ejecución, por lo cual se acudió nuevamente a la Chancillería que el 27 de Febrero de 1615 decreta que se respetase la costumbre de Meneses bajo pena de 20.000 maravedís para la Cámara del Rey.
El bueno de Don Martín vuelve a la carga y pretende que nadie, salvo él y su familia, recibiese sepultaren la Iglesia, manda que debían sacar los bancos del pueblo y que sólo él podía poner rejas, mausoleo y sitiales y escudos. Vamos que actuaba como si la iglesia fuese suya.
Los clérigos de la iglesia, como no podía ser de otra forma, se opusieron a las pretensiones de Don Martín, al cual le negaron incluso el derecho de patronato, que fue lo que ellos alegaron en el pleito contra su padre Don Remiro.
Entablado el pleito en el obispado de Palencia, el tribunal eclesiástico condena al clero de Meneses a que reconozca que Don Martín tenía derecho de patronato, pero negaba a éste el ir contra la costumbre de la parroquia de dar sepultura en la Iglesia, siempre que no fuese en propiedad, así como el quitar los bancos del pueblo. A Don Martín se le reconocía el derecho de ser enterrado en la capilla mayor, pero no el hacer monumento, arco ni rejas, sino poner solamente una losa. Igualmente se pedía a Don Martín que respetase los blasones y figuras que al presente están puestos en la capilla mayor de los Tellos, so pena de 50.000 maravedís para la guerra contra los infieles.
Al bueno de Don Martín, que debía ser duro de mollera, no le gustó la sentencia a pesar de que se recomendaba a los clérigos que lo tratasen honradamente pues es tan gran caballero y Señor natural, con quien mucho que se haga no será demasiado, y se les daba instrucciones de sobre el modo de recibir a los Señores cuando fueses a tomar posesión. Apeló la sentencia y en un segundo juicio se le reconoce el derecho de impedir las sepulturas en el cuerpo de la Iglesia. Esto indigna a los clérigos y ahora van a ser ellos los que apelen a la Nunciatura.
El pleito va a prolongarse mucho tiempo, con lo cual los gastos de ambas partes se disparaban, por ello muchos recomendaban a los clérigos que cediesen porque, si así lo hacían, Don Martín prometía terminar la Iglesia, así como hacer nuevas fundaciones a costa de su Mayorazgo y trasladar a su capilla mayor los restos del Doctor Meneses a quien por su santidad y letras se le debe muy bien respeto. Los clérigos no dieron su brazo a torcer y buscaron defender lo que ellos creían era un derecho del pueblo, poder enterrarse en el interior de la Iglesia.
En Medio de esta discusión tiene lugar la muerte de Don Martín, por lo cual el 2 de Septiembre de 1627 se presenta el Procurador de su hijo Don Luis Francisco Nuñez de Sandoval, que era menor de edad, a tomar solemnemente posesión del señorío. Después de recibir a las puertas de la Villa las llave de plata, a continuación la comitiva se dirige a la puerta de la iglesia que está bajo la torre, donde eran esperados por el cura y beneficiados. El procurador les requirió a que le diesen posesión del patronazgo de la Iglesia y de la Presentación y Provisión de los Beneficios. El cura Don Juan Burgos contestó que en cuanto Patrono había un juicio pendiente en la Nunciatura, y por lo mismo protestaba que no le reconocía más derechos que los que hasta la fecha se le habían reconocido. Tras larga discusión y protesta de una y otra parte, se dio la posesión con las reservas antedichas. El acto de posesión consistía en darle el agua bendita y llevarle de la mano paseando por la Iglesia hasta la Capilla Mayor, donde el procurador se sentó en el sitial del Señor. El cura ante este hecho volvió a protestar hasta tres veces que no le reconocía más derechos y preeminencias que las que hasta entonces habían tenido los señores.
El 5 de Febrero de 1630 de la Nunciatura, el cardenal Juan Bautista Panfilio, futuro Inocencio X, comunicó a las partes contendientes que compareciesen, bajo pena de excomunión, en el término de quince días. Los clérigos defendieron la costumbre inmemorial de enterrar en la iglesia, costumbre que había sido respetada por los Condes de Esteva y Marqueses de Priego y por los mismos padres y abuelos del Marqués de Montealegre. El mismo Don Martín de Guzmán había enterrado en la iglesia un hijo que se le murió pagando al mayordomo los derechos como los demás vecinos y quitó el monumento al año del entierro. Igualmente alegaban los clérigos que la Iglesia había sido edificada por el pueblo sin ayuda de los Señores, por lo cual no había escudo de ningún Señor y que si había un escudo de los Manueles en la parte posterior de la Torre, y los escudos de los Tellos en la Capilla Mayor, era en manifestación de agradecimiento de la parroquia a esos señores que habían nacido en ella. En cuanto a la preeminencia en la capilla Mayor del Licenciado Pedro Blanco de Salcedo, hermano del Licenciado Francisco Blanco de Salcedo, Inquisidor de Valladolid, alegaron que el tiempo que residía en el pueblo acostumbraba a sentarse en sitio preferente porque llevaba de su posada una silla de respaldo. Que Don Martín de Guzmán, queriendo hacer acto de posesión, lo contradijo, pretendiendo que sólo él se había de sentar en silla, y en el Tribunal de Palencia, se pronunció Auto a favor del Licenciado Blanco, aunque Don Martín apeló a la Chancillería de Valladolid.
Don Martín de Guzmán, por su parte, se quejaba de que al Inquisidor D. Francisco Blanco de Salcedo se le había concedido una sepultura suntuosa y que a él, como Señor natural de la villa, no se le quería conceder.
El Nuncio pronuncio su fallo como ya lo había hecho el Obispo de Palencia: Que los sacerdotes reconociesen el derecho de patronazgo, pero que el Patrón se abstuviese de ir contra las costumbres de la parroquia. Prácticamente, después de los gastos de tanto pleito ambas partes debieron avenirse voluntariamente y todo quedó como estaba.
Don Martín, Señor de Meneses, como Patrón de la iglesia, se ofrece a terminar la capilla mayor de la misma y trasladar a la capilla mayor los restos del Doctor Meneses; no obstante, celoso de su honra, pide que se le permita colocar su escudo dentro y fuera de la iglesia, y como iban a seguir enterrándose en la iglesia la gente del pueblo expresa el deseo de que no se permitiese que se colocasen cerca del sitial de los Señores gente de poco pelo, habiéndolas de tan buen pelo en la villa. Al margen de todo esto pide que se quiten los escudos de los Tellos y que cuando se hiciesen las cuentas anuales asistiese su representante.
El clero, al que no debía gustar nada el Señor, transigió con que pusiese escudos en la iglesia, aunque no tantos como pensaba ya que el pueblo que la había edificado lo vería mal, aunque se opuso a que las finanzas de la iglesia fuesen fiscalizadas por el representante del Señor.
lunes, 28 de abril de 2008
Aguilar de Campoo
Aguilar de Campoo fue baluarte en la dominación árabe (de esta época sólo quedan los nombre de algunos pueblos: Cordovilla, Zalima…), y villa de gran importancia en la Edad Media.El 14 de Mayo de 1255, siendo rey Alfonso X El sabio y estando en Aguilar, la declara Villa Realenga, y señala sus términos. Este es el Primer Fuero Real de Castilla (después sería Sahagún) y actualmente forma parte de los fondos del Museo Hispanic Society of New York (catálogo 1953). La villa permanecerá con este privilegio hasta 1332.Desde 1252 hasta 1369 fue cabecera de una de las más extensas y pobladas merindades de Castilla, contando con 262 localidades. Actualmente algunas de ellas en las provincias de Palencia, Burgos y Cantabria.Don Pedro, hijo de Alfonso XI, fue señor de Aguilar y de los términos de Liébana y la Pernía. El último hijo de este monarca, que tuvo el señorío de la Villa, fue don Tello (fundador de Markina, Elorrio y Gernika) quien lo conservó hasta su muerte en 1370.Los Reyes Católicos instituyeron el Marquesado en Aguilar, a favor de Garci Fernández Manrique en 1480 (I Marqués de Aguilar). Es en este punto, cuando la historia de Aguilar discurre a vida y obra de sus Marqueses, que siempre sirviendo celosamente al soberano correspondiente, gobernaron esta Villa hasta el siglo XVII.Del 22 al 26 de octubre de 1517 permaneció por primera vez en Aguilar, en el Palacio de los Marqueses, el futuro emperador Carlos V y su hermana Leonor. Fueron recibidos por nobles y grandes de España. Tras ser nombrado emperador, Carlos V desembarca en Laredo (Cantabria) a su regreso de Alemania. Se queda por segunda vez en Aguilar los días 30 y 31 de julio de 1522. Visitó el sepulcro de Bernardo del Carpio, valiente y esforzado caballero, vencedor de la Batalla de Roncesvalles, situado junto al Monasterio de Santa Mª la Real, llevándose su espada. Actualmente se encuentra en la Real Armería de Madrid con el nº 1698, armario C.Otro episodio importante fue que el 10 de Agosto de 1519 parte de Sevilla la expedición de Magallanes, junto a Juan Sebastián Elcano y 236 marineros para dar la 1ª vuelta al mundo. Uno de los 30 supervivientes que regresaron el 6 de Septiembre de 1522, fue Juan Martín, natural de Aguilar, a quien la Villa tiene dedicada una de sus plazas.La mejor fuente para conocer Aguilar en el siglo XVIII es el Catastro del Marqués de la Ensenada. En esa época su riqueza la constituía la agricultura y la industria harinera con siete molinos (cuatro pertenecían a Sta. Mª La Real, uno al Capitán Malla, uno del Turruntero y el llamado posteriormente de la Fábrica de Harinas que pertenecía a la Marquesa de Aguilar) y varios batanes para pisar paño y ropa.A principios del siglo XIX, Aguilar también sufre las consecuencias de la invasión francesa, sobretodo el Monasterio de Santa Clara que fue quemado por las tropas napoleónicas.En 1921 Don Miguel de Unamuno visita Aguilar, y escribe un artículo sobre la Villa que incluiría en su libro “Andanzas y Visiones Españolas”.
jueves, 24 de abril de 2008
Palencia Capital
Los orígenes históricos de la ciudad quedan inciertos, pero de lo que sí hay constatación arqueológica es de asentamientos prerromanos en el solar de la ciudad actual, a la que los celtíberos denominaron Pallantia. El pueblo que la ocupó fue el de los vacceos: culto, agrario y con una poderosa organización militar. Con los visigodos llegó la etapa de mayor esplendor para la ciudad, pues la constituyeron en sede de la corte, además que desde el siglo IV también era sede episcopal de relieve.
La Edad Media es el período más turbulento de la historia de la ciudad, pero también el de mayor proyección en los acontecimientos en la historia de Castilla. Alfonso VIII fue el más decidido impulsor de la ciudad, al concederle fueros y el primer concejo libre, y establecer en ella la primera Universidad de España. Es en el siglo XIV cuando la importancia y el volumen que había ido adquiriendo la ciudad obligan a la edificación de una catedral capaz de satisfacer las necesidades de una población pujante. Aunque la primera piedra de la nueva catedral se colocó en 1.321, las obras no concluyeron hasta finales del siglo XVI.
La prosperidad económica del siglo XVI convirtió a Palencia, junto con las otras provincias castellanas, en el corazón económico y demográfico del Imperio.
Uno de los acontecimientos más beneficiosos para la vida de la ciudad durante el siglo XVIII fue la construcción del Canal de Castilla por Carlos III.
La Edad Media es el período más turbulento de la historia de la ciudad, pero también el de mayor proyección en los acontecimientos en la historia de Castilla. Alfonso VIII fue el más decidido impulsor de la ciudad, al concederle fueros y el primer concejo libre, y establecer en ella la primera Universidad de España. Es en el siglo XIV cuando la importancia y el volumen que había ido adquiriendo la ciudad obligan a la edificación de una catedral capaz de satisfacer las necesidades de una población pujante. Aunque la primera piedra de la nueva catedral se colocó en 1.321, las obras no concluyeron hasta finales del siglo XVI.
La prosperidad económica del siglo XVI convirtió a Palencia, junto con las otras provincias castellanas, en el corazón económico y demográfico del Imperio.
Uno de los acontecimientos más beneficiosos para la vida de la ciudad durante el siglo XVIII fue la construcción del Canal de Castilla por Carlos III.
sábado, 19 de abril de 2008
La provincia de Palencia, historia a Historia
Antes que nada, discúlpame la osadía de publicar un blog con las pretensiones de éste, pero es que no encontré nada parecido en internet. ¿Cuál es la idea? Recopilar la Historia de cada pueblo de la provincia de Palencia, y ponerlas aquí, una tras otra, para que a ti te resulte más fácil encontrar la que buscas, o entretenerte un rato al menos.
No soy historiador, ni tengo capacidad o tiempo para recopilar yo mismo las historias, así que haré algo más prosaico y más acorde a esta época: fusilar los artículos de otros, más versados y más trabajadores que yo. En cualquier caso, y por aquello del copyright, si ves en este blog material protegido por derechos de autor, házmelo saber cuanto antes para que lo retire, pues no es mi intención sacar provecho en beneficio propio del esfuerzo de los demás. En cuanto al resto, aquí lo irás teniendo: que lo disfrutes.
P.D.: De la misma forma, y ya que reconozco mi pereza, te agradeceré si me mandas la historia de tu pueblo: trabajo que me ahorras. Si ya la acompañas de alguna foto interesante, propondré que te hagan un monumento.
No soy historiador, ni tengo capacidad o tiempo para recopilar yo mismo las historias, así que haré algo más prosaico y más acorde a esta época: fusilar los artículos de otros, más versados y más trabajadores que yo. En cualquier caso, y por aquello del copyright, si ves en este blog material protegido por derechos de autor, házmelo saber cuanto antes para que lo retire, pues no es mi intención sacar provecho en beneficio propio del esfuerzo de los demás. En cuanto al resto, aquí lo irás teniendo: que lo disfrutes.
P.D.: De la misma forma, y ya que reconozco mi pereza, te agradeceré si me mandas la historia de tu pueblo: trabajo que me ahorras. Si ya la acompañas de alguna foto interesante, propondré que te hagan un monumento.
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